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English to Spanish: Philippe Petit: The journey across the high wire (subtitles for TED Talk, may 2012) General field: Art/Literary Detailed field: Art, Arts & Crafts, Painting
Source text - English This sound, this smell, this sight all remind me of the campfires of my childhood, when anyone could become a storyteller in front of the dancing flames. There was this wondrous ending when people and fire fell asleep almost in unison. It was dreaming time.
Now my story has a lot to do with dreaming, although I'm known to make my dreams come true. Last year, I created a one-man show. For an hour and a half I shared with the audience a lifetime of creativity, how I pursue perfection, how I cheat the impossible.
And then TED challenged me: "Philippe, can you shrink this lifetime to 18 minutes?" (Laughter) Eighteen minutes, clearly impossible. But here I am. One solution was to rehearse a machine gun delivery in which every syllable, every second will have its importance and hope to God the audience will be able to follow me. No, no, no. No, the best way for me to start is to pay my respects to the gods of creativity. So please join me for a minute of silence.
Okay, I cheated, it was a mere 20 seconds. But hey, we're on TED time.
When I was six years old, I fell in love with magic. For Christmas I got a magic box and a very old book on card manipulation. Somehow I was more interested in pure manipulation than in all the silly little tricks in the box. So I looked in the book for the most difficult move, and it was this.
Now I'm not supposed to share that with you, but I have to show you the card is hidden in the back of the hand. Now that manipulation was broken down into seven moves described over seven pages. One, two, three, four, five, six and seven. And let me show you something else. The cards were bigger than my hands.
Two months later, six years old, I'm able to do one, two, three, four, five, six, seven. And I go to see a famous magician and proudly ask him, "Well what do you think?" Six years old. The magician looked at me and said, "This is a disaster. You cannot do that in two seconds and have a minuscule part of the card showing. For the move to be professional, it has to be less than one second and it has to be perfect." Two years later, one -- zoop. And I'm not cheating. It's in the back. It's perfect.
Passion is the motto of all my actions. As I'm studying magic, juggling is mentioned repeatedly as a great way to acquire dexterity and coordination. Now I had long admired how fast and fluidly jugglers make objects fly. So that's it. I'm 14; I'm becoming a juggler.
I befriend a young juggler in a juggling troupe, and he agrees to sell me three clubs. But in America you have to explain. What are clubs? Nothing to do with golf. They are those beautiful oblong objects, but quite difficult to make. They have to be precisely lathed. Oh, when I was buying the clubs, somehow the young juggler was hiding from the others. Well I didn't think much of it at the time.
Anyway, here I was progressing with my new clubs. But I could not understand. I was pretty fast, but I was not fluid at all. The clubs were escaping me at each throw. And I was trying constantly to bring them back to me. Until one day I practiced in front of Francis Brunn, the world's greatest juggler. And he was frowning. And he finally asked, "Can I see those?" So I proudly showed him my clubs. He said, "Philippe, you have been had. These are rejects. They are completely out of alignment. They are impossible to juggle." Tenacity is how I kept at it against all odds.
So I went to the circus to see more magicians, more jugglers, and I saw -- oh no, no, no, I didn't see. It was more interesting; I heard. I heard about those amazing men and women who walk on thin air -- the high-wire walkers. Now I have been playing with ropes and climbing all my childhood, so that's it. I'm 16; I'm becoming a wire walker.
I found two trees -- but not any kind of trees, trees with character -- and then a very long rope. And I put the rope around and around and around and around and around till I had no more rope. Now I have all of those ropes parallel like this. I get a pair of pliers and some coat hangers, and I gather them together in some kind of ropey path. So I just created the widest tightrope in the world. What did I need? I needed the widest shoes in the world. So I found some enormous, ridiculous, giant ski boots and then wobbly, wobbly I get on the ropes.
Well within a few days I'm able to do one crossing. So I cut one rope off. And the next day one rope off. And a few days later, I was practicing on a single tightrope. Now you can imagine at that time I had to switch the ridiculous boots for some slippers. So that is how -- in case there are people here in the audience who would like to try -- this is how not to learn wire walking.
Translation - Spanish Este sonido, este olor, esta visión, me recuerdan a las hogueras de mi infancia, cuando cualquiera podía convertirse en cuentacuentos frente a las llamas danzantes. Acababa de una forma maravillosa: la gente y el fuego se dormían casi al unísono. Era la hora de soñar.
Mi historia tiene mucho que ver con soñar, aunque se me conoce por hacer realidad mis sueños. El año pasado creé un espectáculo personal. Durante una hora y media compartía con la audiencia toda una vida de creatividad, cómo persigo la perfección, cómo engaño a lo imposible.
Y entonces TED me desafió: "¿Philippe, puedes comprimir esta vida a 18 minutos?" (Risas) 18 minutos, claramente imposible. Pero aquí estoy. Una solución era ensayar una forma de hablar como si fuera una ametralladora en la que cada sílaba, cada segundo, tendría su importancia y rogar a Dios que la audiencia fuera capaz de seguirme. No, no, no. No, la mejor manera de empezar es presentar mis respetos a los dioses de la creatividad. Así que, por favor, únanse a mí en un minuto de silencio.
Vale, he hecho trampas, fueron escasos 20 segundos. Pero eh, estamos en el tiempo de TED.
Cuando tenía 6 años, me enamoré de la magia. Para Navidad me regalaron una caja de magia y un libro muy viejo sobre manipulación de cartas. De alguna forma, estaba más interesado en la manipulación pura que en los estúpidos truquitos de la caja. Así que busqué en el libro el movimiento más difícil y era este.
Se supone que no debería contárselo, pero tengo que enseñarles que la carta está oculta detrás de mi mano. Esta manipulación se dividía en siete movimientos descritos en siete páginas. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete. Les mostraré otra cosa. Las cartas eran más grandes que mis manos.
Dos meses después, con seis años, soy capaz de hacer uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete. Y me voy a ver a un famoso mago y le pregunto con orgullo: "Bueno, ¿qué te parece?" Seis años. El mago me miró y me dijo: "Esto es un desastre. No puedes hacer eso en dos segundos y que se vea una parte minúscula de la carta. Para que el movimiento sea profesional, tiene que ser en menos de un segundo, y tiene que ser perfecto". Dos años después, uno... ¡zum! Y no hago trampas. Está detrás. Es perfecto.
La pasión es el lema de todas mis acciones. Mientras estudio magia, mencionan una y otra vez el malabarismo como una buena forma de adquirir destreza y coordinación. Yo siempre había admirado la rapidez y fluidez de los malabaristas al hacer volar los objetos. Así que eso era. Tengo catorce años: voy a ser malabarista.
Me hago amigo de un joven malabarista de una banda, que accede a venderme tres clavas. Las clavas son unos palos, pero nada que ver con el golf. Son esos bellos objetos oblongos, difíciles de fabricar. Tienen que ser torneados con precisión. Cuando estaba comprando las clavas, de alguna manera, el joven malabarista se escondía de los demás. No le di mucha importancia en ese momento.
Así que aquí estaba yo progresando con mis nuevas clavas. Pero no lo entendía. Era muy rápido, pero no hacía un movimiento fluido, para nada. Los palos se me escapaban cada vez que los tiraba. Y constantemente los intentaba atraer hacia mí. Hasta que un día practiqué frente a Francis Brunn, el mejor malabarista del mundo. Y estaba frunciendo el ceño. Y finalmente dijo: "¿Puedo verlas?". Así que le enseñé mis clavas con orgullo. Dijo: "Philippe, te han tomado el pelo. Son defectuosas. Están completamente desalineadas. No se puede hacer malabarismos con ellas". Con tenacidad he hecho frente a todas las adversidades.
Así que fui al circo a ver a más magos, más malabaristas, y vi... no, no, no, no vi. Fue más interesante: oí. Oí hablar de esos fascinantes hombres y mujeres que andan sobre el aire... los que andan sobre cuerda floja. Yo había estado jugando con cuerdas y trepando a los árboles toda mi infancia, así que eso era. Tengo dieciséis años: voy a caminar sobre la cuerda floja.
Encontré dos árboles... pero no cualquier tipo de árboles. Árboles con carácter. Y luego una cuerda muy larga. Y con la cuerda los rodeé una vez y otra y otra y otra y otra hasta que no tenía más cuerda. Tengo todas esas cuerdas paralelas así. Consigo un par de láminas y algunas perchas, y junto todo en una especie de camino de cuerda. Así que acabo de crear la cuerda floja más ancha del mundo. ¿Qué más necesitaba? Necesitaba los zapatos más anchos del mundo. Así que encontré unas botas de esquiar enormes, ridículas, gigantes, y luego temblando, temblando, me subo a las cuerdas.
En unos días soy capaz de cruzar una vez. Así que quito una cuerda. Y el siguiente día otra cuerda. Y unos días más tarde, estaba practicando en una sola cuerda. Pueden imaginar que para entonces había tenido que cambiar las ridículas botas por unas zapatillas. Así que aquí está el cómo, en caso de que haya gente aquí en el público que quiera intentarlo, así es cómo no se aprende a andar por la cuerda floja.
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