En consecuencia, el espíritu del Capítulo 11 es poco usual para nuestra idiosincrasia jurídica. Busca proteger y preservar la compañía afectada, alentando a la misma a ejercer una reestructuración financiera que obligue no sólo al deudor sino que también a los acreedores aún cuando estos últimos no estén completamente de acuerdo. Más concretamente, a través de un "Plan de Reorganización" o reestructuración financiera, se puede modificar el alcance de la deuda original tanto en su capital, como en su privilegio e interés, ejerciendo la flexibilidad un papel preponderante en la misma. En efecto, la legislación norteamericana establece clases de acreencias, pudiendo concurrir al acuerdo sólo algunas de ellas (de hecho, las unimpaired claims, que son aquellas que no se ven perjudicadas en sus derechos, no votan.)